cómo saborear un cuadro y otros estudios de historia del arte

Opinión:

Llama la atención la amplísima erudición del autor, que interrelaciona no sólo las obras de arte entre sí, sino también con textos literarios, clásicos o del siglo de oro español, del que es un verdadero apasionado y conocedor en grado sumo. Y así, leemos su detalladísimo análisis del discurso narrativo de Giotto, las maravillosas reflexiones sobre los ángeles de Caravaggio; interesantísimas sobre el retrato velazqueño de Juan de Pareja; las relaciones de la frontera estética en el Quijote y Murillo; la dicotomía arte/realidad en la relación pintura y espectador: el tema de las ventanas; el reflejo del paso del tiempo en los autorretratos de Rembrandt; la descripción del arte en Dostoievski; La obra de arte desconocida de Balzac y el concepto de lo pictórico, Andy Warhol y el complejo de Peter Pan...

Aunque los ensayos, como puede observarse discurren sobre temas varios, se pueden aglutinar perfectamente bajo el título elegido: Cómo saborear un cuadro, ya que todos tratan de sacar el mayor jugo posible a una pintura, extrayendo la mayor información y sumergiéndonos en ellas de tal modo que podamos realmente disfrutar, ya que de ello se trata, de la fruición, y no en balde la imagen de portada está espléndidamente elegida: el erote del cuadro del Tiziano La fiesta de Venus, succionando una manzana, símbolo del placer en general, ya que en su prólogo el autor cita a Diderot y su artículo sobre el gusto, en L’Encyclopedie: El gusto en general es un órgano que goza de su objeto, y del que siente toda la bondad; es por esta razón que el gusto se refiere a todas las sensaciones: se tiene gusto por la Música y por la Pintura como por los ragoûts, cuando el órgano de estas sensaciones, saborea, por decirlo así, estos objetos.

Notamos cómo el autor disfruta ante la obra de arte, tanto la pictórica como la literaria, y cómo su mirada y sus alusiones van de unas a otras, transportándonos a mundos que sólo habíamos visto de mudo superficial, y abriéndonos la puerta a miles de sensaciones e ideas desconocidas y que surgen con una fuerza inexplicablemente clara y atractiva. Las continuas comparaciones de los textos de Montaigne sobre el paso del tiempo y las reflexiones iconográficas de Rembrandt sobre sí mismo a través de la evolución de su imagen, son interesantísimas. La proliferación de ilustraciones a todo color, de pinturas, grabados y dibujos es extensísima y de gran calidad.

Quizás podría tomarse este libro como demasiado especializado, al hacer un derroche de erudición en sus citas de textos de Palomino, por ejemplo, o de Filóstrato, o de Plutarco, Plinio, Alberti, etc. etc. y también de sus transcripciones en italiano de muchos conceptos, la cantidad de notas a pie de página y de citas de largos textos como La Eneida, (en latín). Esto puede ahuyentar a determinados lectores, aficionados al arte pero no tan especializados o posiblemente no demasiado interesados en tanto pormenor. Pero para el especialista, es este un libro de consulta y de lectura obligada. También se echa en falta unas contraportadas o alguna página de introducción al autor y su obra, que es variada y jugosa.
 
Ariodante
Diciembre 2009