Cartas (1604-1633)

Opinión:

El primer privilegio al que nos conduce la publicación de las cartas de Lope de Vega al duque de Sessa es al de su prosa. Como en su maravilloso teatro, en las misivas desarrolla un lenguaje claro, de una precisión admirable, depurado y rico a un tiempo. Pero Lope de Vega, además de un insigne y más que prolífico escritor, fue una persona de tremendas inquietudes culturales y no culturales. Vivió la vida de manera tan intensa que muchas de sus cartas pueden tomarse como fragmentos de una posible narración novelesca de sus amoríos, sus matrimonios interrumpidos por la vida o la muerte, el trabajo en los teatros, peripecias todas de una vida intensa.

Resulta difícil encontrar en el siglo XVII una correspondencia de artista mejor perfilada, más cuidada y completa que la que mantuvo el gran dramaturgo Lope de Vega con su amigo y protector, el duque de Sessa. No extraña por tanto que la editorial Cátedra, apoyada en el esmerado trabajo de Antonio Carreño, profesor emérito de la Brown University en Rhode Island, haya acometido la empresa de editar estas misivas en una edición excelentemente prologada y en la que una presencia exhaustiva de notas a pie de página hacen todo lo posible para que el lector contemporáneo disfrute de la lectura de las mismas.

Ello no evita que, por el material concreto que se edita, estas cartas de Lope de Vega vayan a ser disfrutadas fundamentalmente por un público profesional, ya sea desde la filología, los estudios teatrales o incluso el biografismo. Suponen por encima de todo un manual de uso de nuestra lengua, pues conviene subrayar que cada carta del fénix de los ingenios es una delicia, dotadas de una sintaxis cristalina y un tono grandioso, como si al escribirlas Lope de Vega hubiera sido consciente de que acabarían siendo también parte de la historia de nuestra cultura.

En las cartas hay absolutamente de todo: alusiones a amoríos y lances de todo género, muchas cuestiones profesionales relativas al teatro y los montajes de las compañías; vidas de actores, dudas y expectativas sobre proyectos, sueños y fracasos; chascarrillos sobre escarceos sexuales o simples bromas entre Lope y el duque de Sessa.

Son las cartas de un escritor a su mecenas, y tal es la consideración de respeto que se ofrece, pero también una comunicación entre amigos, en la que se deslizan bautizos, bodas, viajes, y escenas de la vida diaria de la más variada índole que aportan esa visión de ojo de cerradura sobre un siglo XVII que nos parece tan lejano.

Rafael Ruiz Pleguezuelos