cartas de áfrica
Título: cartas de áfrica
Título Original: (lettere dall´africa, 2011)
Autor: Arthur Rimbaud
Editorial:
Gallo Nero
Copyright: Ilustraciones de Hugo Pratt
Introducción de Dominique y Nadine Petitfaux
© Gallo Nero Ediciones, 2011
© Edizioni Nuages, 1991
Tradu
ISBN: 9788493856878
Etiquetas:
bilingüe
cartas
correspondencia
ediciones bilingües
epistolar
idiomas
libros bilingües
Argumento:
Con una cuidada presentación en tapa dura, y decorado con hermosas acuarelas del dibujante italiano Hugo Pratt (autor del cómic “Corto Maltés”, entre otros), el libro presenta las cartas que el poeta francés Arthur Rimbaud envió a sus familiares y a diferentes personalidades de la época durante su exilio en África a partir de 1880. Rimbaud ya había dejado de escribir en esos años y se dedica al comercio de varios productos, incluidas las armas, en diferentes ciudades de Etiopía, Egipto o Abisinia.
La edición incluye las cartas en su francés original en paralelo a la traducción de las mismas, así como una introducción biográfica que sirve de contexto a su etapa africana.
Opinión:
Cuando oímos hablar de Arthur Rimbaud, todos tenemos en mente la idea del genio adolescente, el poeta provocador que ponía en entredicho a toda una supuesta vanguardia francesa, con obras tan vitales, desvergonzadas e innovadoras como “Una temporada en el infierno”. Rimbaud, el adolescente perpetuo, el poeta de los excesos, el provocador impaciente. Mucho menos conocida es su faceta adulta, abandonada ya la poesía pero no su continua inquietud, esa búsqueda vagabunda víctima de la insatisfacción, que le llevó a viajar por medio mundo, realizando todo tipo de trabajos y aventuras.
Este libro se centra en su período africano, que a la postre sería su etapa final, en el que realiza transacciones comerciales (primero como subalterno, pronto como karani o capataz) en distintas ciudades como Adén, Harar, El Cairo o Tadjourah, en las que obtendrá más penurias que fortuna. Rimbaud trabaja primero en la compañía Bardey comerciando con café, marfil, perfumes o pieles curtidas, antes de emprender negocios por su cuenta o con otros socios, como el comerciante Pierre Labatut, con el que negocia el traslado de un cargamento de armas del rey Menelik, o individuos como Savouré o Ilg, este último consejero del citado rey. El otrora poeta además realiza muchas expediciones por el continente y demuestra una adaptación inédita en una persona de su raza y condición en aquellos tiempos. Aunque es cierto que en estos años no hizo muchos amigos y él mismo se queja en las cartas del clima y de su entorno, lo cierto es que Rimbaud no se encontraba bien en ninguna parte, tal y como se adelanta en la introducción.
Las cartas que aquí se publican van dirigidas en su mayoría a su familia, y en ellas pide libros que necesita para sus negocios (manuales en su mayoría), además de preguntar por la salud y la situación de los suyos. En otras ocasiones la carta va dirigida a sus socios, como el ingeniero Ilg o a clientes, como el rey Menelik, al que le pide el dinero sustraído por los hombres del primero en una operación cuanto menos “dudosa”. A destacar son las cartas relativas al envío de una cámara fotográfica que servirá al poeta para enviar fotografías (lástima que no se incluyan en este volumen).
Aparte de sus operaciones mercantiles o las peticiones de material, en estas cartas nos encontramos con un hombre contradictorio, que a veces maldice su exilio y la imposibilidad de llevar una vida burguesa, a pesar de que se sienta “obligado” a seguir viajando y comerciando. Ya desde 1886, pero sobre todo entre 1890 y 1891, Rimbaud sufre un fuerte dolor en la rodilla derecha, al que no prestará importancia hasta que un médico diagnostique una sinovitis que provocará primero su amputación, y no mucho después, su muerte. Especialmente conmovedoras serán las cartas enviadas a su madre, en las que le cuenta su cada vez más precario estado de salud así como le pide remedios para algo que en un principio pensaba que eran simples varices. Y es que incluso en el exilio, una madre es una madre.
Aunque el libro no carece de interés (sobre todo y más que nada para seguidores del poeta francés), es una verdadera lástima que un volumen de tan hermosa factura presente tan poca información. Porque las cartas son escasas, y la mayoría hacen referencia a las peticiones a su familia de manuales de arquitectura, mineralogía o albañilería, algo que no supera la simple curiosidad. En otras ocasiones se hace mención a conflictos de la época que desconocemos (son mencionados en la introducción, eso sí), y sólo en las cartas más personales encontramos el verdadero sentido de esta publicación. Por eso tal vez este libro tendría más valor como apéndice de una extensa biografía de Rimbaud, en la cual se interpretara y contextualizara cada carta, e incluso, si fuera posible, se incluyera la carta original a la que el poeta responde.
Tal y como está presentado, y más allá de las preciosas acuarelas de Hugo Pratt, la obra queda como una rareza que sólo entusiasmará a completistas de la obra del poeta francés.
Jorge Borondo
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