Cartas a Lucilio

Opinión:

Lucio Anneo Séneca (4 a. C. - 65 d. C.) fue una de las grandes personalidades de la Antigua Roma, y aún a día de hoy se erige como uno de los grandes pensadores de todos los tiempos. Escritor y filósofo, ocupó un papel importante dentro del mundo de la política: fue Cuestor en Roma, tutor de Nerón o rector durante el imperio de éste. Tuvo una vida política con altibajos, cuyos últimos años le obligaron a apartarse de la política y finalmente suicidarse por supuesta traición. Desarrolló el campo de las tragedias con notoriedad, mas se trataron de sus "Cartas a Lucilio" las que le otorgaron su gran fama como orador y pensador. 

Esta obra le permitió a Séneca trabajar y cultivar el mundo de la filosofía. Cavilando sobre multitud de variopintos temas - el amor, la muerte, la vida, la diversión, el carpe diem, la política, el dinero, la fortuna, la felicidad, etc. -, Séneca le envía una serie de cartas (124 en total) a Lucilio, de quien en la actualidad aún se cuestiona si existió. Son cartas de una sola dirección, es decir, de Séneca a Lucilio, y jamás se ha encontrado existencia alguna de las cartas de Lucilio, si bien algunas de las cartas en el libro muestran una supuesta contestación. Lucilio, siempre dentro de la presunción, fue procurador de Sicilia durante la época en que Séneca le carteó, una época que ocupó sus últimos tres años de vida, antes de suicidarse. 

Son cartas muy profundas, que reflexionan largan y detalladamente sobre miles de temas. Impresiona la vigencia de sus palabras y de su significado, puesto que han transcurrido prácticamente dos milenios y uno alberga la sensación de que Séneca nació el siglo pasado. Sus palabras y sus ideas son portentosas, grandilocuentes, convincentes, y ningún lector se escapará de realizar una introspección sobre su propia vida y sobre la vida misma. En definitiva, la lectura de estas cartas es enriquecedora. Sin embargo, el lector deberá hacer acopio de mucha paciencia, pues la densidad de las cartas, unida a la gran cantidad de páginas que contiene el libro, lentifica su lectura. El lector lento, tranquilo, paciente, lo agradecerá al final, pues aprenderá y se empapará de enriquecimiento. 

Como es habitual en ediciones Cátedra, previamente a la obra se extiende un largo, dilatado y pormenorizado prólogo a cargo de Francisco Socas, profesor de la Universidad de Sevilla que lleva muchos años estudiando al autor romano (en 2008 ganó el Premio Domínguez Ortiz de Biografía por su obra "Séneca, cortesano y hombre de letras").

Cristià Serrano