Canción de cuna de Auschwitz

Opinión:

Mario Escobar, basándose en una historia real, nos presenta una novela escrita en primera persona, donde la propia enfermera alemana nos va contando cómo su familia es apresada y cómo ella no la abandona en el cruel infortunio, acompañándola y protegiéndola como mejor puede en el infierno que supuso el campo de concentración de Auschwitz.

Helene, como enfermera y, además alemana, tiene acceso directo en el campo al Dr. Mengele, quien le facilita el establecimiento de la guardería donde crear un oasis de inocencia, dignidad y esperanza en medio del horror y la inhumanidad que supusieron los diabólicos experimentos de Mengele (el Ángel de la muerte) con niños y gemelos.

La novela que, como ya se ha dicho, se basa en hechos reales, es según Mario Escobar, su autor, la que más le ha costado escribir, dada la carga emocional y humana que conlleva y los horrores a describir.

El ritmo de la narración transmite fielmente la penosa y oscura rutina que debieron tener los campos de concentración Nazis, y el ya consagrado estilo del autor hace que los lectores mediten sobre la barbarie y la crueldad, pero también sobre el poder del corazón humano y la dignidad de las personas.

Mario Escobar nos ofrece un buen trabajo (ya nos tiene acostumbrados a ello), pero también nos brinda la oportunidad de, por un lado, profundizar en la realidad de las crueldades de los campos de exterminio y, por otro, de alimentar la esperanza en lo que las personas realmente normales y también realmente humanas son capaces de hacer simplemente plantando cara a la barbarie y actuando como es de esperar de quienes tienen conciencia de persona de bien.

Hay que hacer mención especial tanto al hecho de que la obra esté escrita en primera persona, como tributo a los hechos reales en que se basa y que se plasman en el diario personal de la verdadera protagonista, como a las descripciones que nos ofrece el autor respecto de los hechos narrados, los lugares, los ambientes, los sentimientos y las vivencias.

Miguel Ángel León Asuero