Autofobia. Antología de relatos

Opinión:

Oscuridad, perversión, morbo, símbolos, monstruos, deformidades, muerte, sangre, suciedad, sufrimiento silencioso, soledad, perversión, tumbas, crímenes, mentes abyectas, historia, lluvia, jeringuillas, enfermedad, brujas, suicidios, Gitanos Nucleares, marginalidad... Universo Biedma en estado puro, pero en monodosis, y con estilo...  

Juan Ramón Biedma ha recopilado de entre sus relatos diecisiete de ellos, dividiéndolos o clasificándolos en tres grupos (Autofobia, El descenso del Padre Full y Peor que en el Purgatorio) para así ofrecernos una vez más con la mayor de las naturalidades su visión de lo negro, de lo marginal, de lo monstruoso, de lo corrompido, a través de historias donde los personajes se autoexploran mostrando lo peor de ellos mismos, a veces con enorme maldad, pero a veces también con una inocencia que contrasta de manera "adictochocante" con la perversión que se describe. Todos los relatos están pulcramente enhebrados tanto en cuanto a la historia en sí que nos ofrecen como en su propia estructura literaria, en lo que se nota la  mano experta y la profesionalidad de este autor.

Como siempre, el lector no puede abstraerse de nada de lo que se le está mostrando. Cada idea se atrae y se repele con la siguiente. Cada personaje es un mundo en sí mismo pero habita en otro mundo común con el resto de protagonistas, hasta el punto de que  todos a veces son principales en la historia pero todos son también a veces secundarios, pues se encuentran inmersos en una vorágine de sucesos y circunstancias que les elevan y les hunden de forma constante.

En cuanto al estilo, el habitual de Biedma: Sin pelos en la lengua pero con la sutil elegancia a que nos tiene acostumbrados y con la que es capaz de describir de la manera más culta y documentadamentee posible la situación más miserable, oscura, perversa y monstruosa que podamos imaginar, sabiendo con maestría hacer que ese punto de oscuridad que todos tenemos oculto en alguna parte aflore un poco durante la lectura y nos deje un cierto retrogusto (incómodo y culpable pero a la vez placentero y disfrutable), permaneciendo en la memoria aún después de haber cerrado el libro.

Recomendable, y mucho.

Miguel Ángel León Asuero