Aquarium
Título: Aquarium
Título Original: (Aquarium, 2009)
Autor: Marcelo Figueras
Editorial:
Alfaguara
Colección: Hispánica
Copyright:
© Marcelo Figueras, 2009
© Imagen de cubierta, Latinstock Argentina
© Santillana Ediciones Generales, S.L., 2011
ISBN: 9788420407890
Tapa: Blanda
Etiquetas: romance amor sociología conflicto cultural conficto social drama novela dramática literatura argentina novela romántica Palestina Israel otras culturas Kamchatka violencia
Nº de páginas: 324
Argumento:
Ulises Rosso, un psicólogo argentino que ejerce su profesión en un centro penitenciario rodeado de mentes criminales, más sus propios traumas y las drogas que amortiguan sus miedos, intenta salir de esa caótica espiral en el momento en que su esposa ha huido con sus hijos a Israel. Cargado de desesperación y fe por encontrar a los pequeños Tadeo y Alicia, viaja desde Argentina a Israel dispuesto a buscar en todos los rincones del país como en las zonas árabes ocupadas.
La ayuda que le brinda un contacto en la embajada de Tel Aviv, no le parece suficiente. Por eso sin comprender el idioma, aborda él mismo con las fotos de sus hijos en la mano a todas las personas con las que se topa en una ciudad peligrosa, siempre alerta y desconfiada. Conocer a una joven artista también desprotegida de lazos afectivos, le ayuda a recobrar parte de sus sentimientos incluso en ciertos momentos a sonreir. Sin embargo, la incomunicación con el resto del mundo le veta para conseguir su objetivo.
Otro protagonista, David, es un jubilado vestido de culpa y miedo, que ha perdido a quien más quería y sólo recobra la comunicación en el aquarium.
Opinión:
Me ha gustado Aquarium sobre todo por la ausencia de hechos predecibles y de comportamientos estereotipados. Ni siquiera su estructura como novela es común. Consta de tres partes, tres personajes adultos como principales protagonistas y en tres idiomas muestra un niño mudo el mensaje que su padre le dejó de legado.
El lenguaje es tema central a lo largo de esas tres partes de la novela. A veces se refleja la transformación de ese lenguaje hacia conceptos violentos que regeneran mayor violencia. Las personas caen en desgracias cuando no son capaces de comunicarse con los demás.
Irit Rosenblum, una artista, da rienda suelta a su dolor a través de esculturas en forma de monstruos. El niño acogido en un orfanato, asoma como en estado de shocky sólo se manifiesta con sus pinturas de colores. David, un viudo apesadumbrado por la muerte de su esposa, protagoniza una fábula en memoria de ella con quien también había dejado de comunicarse.
Los conflictos que viven los pueblos de Israel y Palestina están muy presentes y aportan una cruda realidad. La dificultad para que un día sus diplomáticos se entiendan no parece que disminuya con el paso del tiempo. En contraposición, la novela incluye una bonita escena al atardecer en Tel Aviv. La pareja que no comparte un idioma común asciende por unas escaleras hasta llegar a un punto donde se divisan los tejados de la ciudad vieja. Se trata de una población única que respira paz, personas de diferentes religiones, etnias y culturas en perfecta comunión con una sinagoga, la iglesia católica y el Monte de los Olivos. Es entonces la hora del amor.
Lo que menos me seduce de Aquarium son las disertaciones del narrador o a veces del propio autor porque detienen la trama. Sobre todo cuando éste se dirige al lector para intentar plasmar la manera en que concibe la obra o cómo fluye el tiempo cuando está en pleno proceso de asombro y creatividad.
Por el contrario me gusta el tratamiento obsesivo del miedo en una multitud de facetas. Ahonda en la angustia provocada por la pérdida de los seres queridos, el miedo al sentir incapacidad de no poder sobreponerse al dolor. Todos los personajes son perdedores y están faltos de afectos, les cuesta comunicarse por imposiciones absurdas que no parecen tener los animales, ni siquiera la extraña ballena que habita en el aquarium.
El protagonista principal, Ulises Rosso, vivía replegado en actitud autodestructiva. Ahora el miedo le consume cuando cierra los ojos y ve a sus hijos que no están a su alcance. Tras recuperar retazos de un amor pleno y desinteresado como el que le ofrece Irit, también siente pavor cuando por un momento se ha desinhibido y ha dejado escapar de su mente los rostros de los pequeños.
Marcelo Figueras incluye como un personaje más la figura del daimon, una especie de ángel de la guarda que está incluso por encima del propio escritor. Creo que es un capricho que no aporta demasiado. En cambio, me parece mucho más interesante el escepticismo político que refleja el autor a raíz de las frases "Felices Pascuas" y "La Casa está en orden".
Soledad Gallardo
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Comentario de los lectores:
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