aquamarine

Opinión:

Vista como una novela de género, Aquamarine es a la vez clásica y original. Cumple a la perfección con las buenas costumbres de la ciencia ficción de calidad, ésa que no solo introduce un cambio inesperado en el mundo que conocemos, sino que se asegura de que resulte plausible y examina concienzudamente las consecuencias de esa alteración.

Dejando el género aparte, su punto fuerte es que engancha fácilmente, y resulta emocionante de leer incluso para los que no están especialmente interesados en ciencia-ficción. Después de todo, un futuro donde los auriculares se implantan directamente en el oído se le antoja a uno de lo más normal en cuanto mira alrededor de cualquier transporte público camino al trabajo. El asombrado examen al que el protagonista somete un viejo móvil a lo largo de las páginas iniciales ayuda a poner los hechos en perspectiva. Una vez establecido que el bombardeo mental ya no viene a través de una tele o un ordenador, sino que susurra suavemente al oído (no en vano la red de información global ahora se llama Airnet), las sospechas acerca de un instrumento que influye en las emociones se forman con rapidez. Por suerte, ésta no es la gran revelación de la trama: cuando los lectores empiezan a desconfiar, también lo hace el protagonista.

No voy a entrar en detalles de la trama, pero diré que las revelaciones que hay a lo largo de las páginas consiguen sorprender y dar a la lectura giros inesperados. Quien abra el libro esperando que la historia gire alrededor de una crisis de proporciones planetarias quedará decepcionado. Los conflictos de Aquamarine son de otro tipo, más íntimo y personal. Son las historias de los diferentes personajes y sus relaciones entre sí lo que mueve la trama. Sus secretos, mentiras y temores determinan una lucha por decidir en quién confiar, qué precio pagar por salvaguardar la verdad, y si merece la pena afrontar las responsabilidades.

A lo largo de sus páginas Aquamarine cumple con el cometido principal de cualquier novela de calidad: hacer que el lector se sienta motivado a dar vueltas a la historia, descubrir las pistas, conmoverse con las vivencias de los personajes y teorizar sobre el final.

El estilo de escritura es liviano y directo, sin andarse por las ramas ni arrastrarse por caminos que no llevan a ninguna parte (a veces va tan al grano que quizá queda un poco acelerada, ya que la historia en sí es bastante complicada). Una excepción son las descripciones de los conciertos de orchestrón, que van desde las sensaciones experimentadas por el intérprete hasta la experiencia vivida por el espectador, y resultan muy sugestivas.

Y una última cosa: prestar atención a los pequeños detalles del inicio tiene la recompensa de descubrir que encajan a la perfección en el esquema final, cosa que siempre aumenta el placer de la lectura.

Nuria Gómez, Castellón