Antología Z Vol. 4. Zombimaquia

Opinión:

Con este nuevo volumen ya son cuatro las antologías de relatos que sobre el género zombi nos presenta la editorial Dolmen, y en esta ocasión varias son las diferencias con las precedentes. Algunas de ellas se ven a primera vista y otras basta con ir repasando lo que acontecía en las anteriores.
 
A simple vista la más obvia es la portada, como siempre realizada por Alejandro Colucci, que tiene mucha diferencia con sus compañeras. Las tres primeras representan a zombis en solitario (un poligonero, un mosso de escuadra y un enfermo de un hospital) mientras que en esta cuarta entrega el protagonista es una persona normal, se ve a los zombis, pero en un muy segundo plano. Amén de que se encuentra de espaldas, en cierta manera para que cada uno de nosotros, como lectores, pongamos la cara que creamos más adecuada a ese personaje.
 
Eso hace que de alguna forma los relatos que hay en su interior también tengan o partan de premisas muy diferentes a sus relatos precedentes. Si antes había acción, comedia, transformaciones, etc. en esta ocasión se ve desde otra perspectiva. Y si no me falla, creo que no hay ni un solo relato que trate del momento de la transformación en zombi del personaje principal y cómo nos iba contando ese tiempo. Y no quiero decir con esto que no haya acción y humor en este volumen, pero sí es cierto que las temáticas de los veinte relatos que la componen son mucho más variopintos que en anteriores.
 
Además de que el inicio es bastante bueno, con un viaje a la Grecia más clásica de mano de Elena Montagud y su Condemnata Regina, o el weird tale que Tony Jiménez perpetra en su relato La muerte del hombre blanco, en la que une el homenaje a las novelas del Oeste americano y del pulp. También hay sitio para hacer un pequeño homenaje a modo de relato con gotas de humor para los nostálgicos de ciertos momentos del final de los ochenta / principio de los noventa con las historias de Es peluznante de Senén Lozano y The Karate Kiz de Nuria C. Botey. Así mismo desfilan por las páginas autores de la Línea como Sergi Llauger (Diario de un zombi) o Darío Vilas, con su próxima novela Instinto de superviviente, o autores que ya han tenido oportunidad de mostrar sus relatos en anteriores volúmenes, como el propio Rubén Serrano, Pedro Escudero Zumel (Zombi Kindergarten), José Vicente Ortuño o Magnus Dagon, así como Nuria C. Botey, ya cotada con anterioridad y que da pie a otra de las singularidades de esta antología. La presencia en mayor medida de escritoras, y que se estaba dando en muy pocas ocasiones. Y en este Zombimaquia contamos con las historias de Elena Montagud, María Delgado (y su muy interesante Cambio de presa), Lydia Alfaro y Loli González Prada. Y esto me da idea de que podría ser una buena premisa para un posterior recopilatorio.
 
Para finalizar, y como toda antología que se precie, también hay un sitio para un autor invitado, en este caso se trata de Mike Resnick, autor de muchas novelas y cuentos en torno a las fábulas y las leyendas y con los que ha conseguido diversos premios internacionales, como el Hugo o el Nébula. Basta darse una vuelta por su página en la inefable Wikipedia para hacerse una idea de quién es este señor.
 
Y la diferencia final, y que también se ve a poco que seamos precisos con nuestra vista, en la portada, es que el coordinador de este Volumen 4 ha cambiado con respecto a los tres anteriores. Ya no se trata de Álvaro Fuentes (junto a Juande Garduño en el recopilatorio 3), sino que la tarea de conformar esta antología corre a cargo de Rubén Serrano, con lo que la diferente visión de cómo deben ser los relatos sobre zombis cambia.
 
Así pues un Volumen 4 que aporta bastantes cambios, que introduce nuevas visiones de los amigos zombis, y sobre todo tiene un hilo argumental bastante más variado. Con lo que nos permite disfrutar de más variedad de situaciones. Algo que se agradece. 
 
Fernando Martínez Gimeno