Antes de Adán

Opinión:

Jack London, uno de los grandes narradores norteamericanos del primer tercio del siglo XX, regresa en una edición de clásicos de Ediciones B. No se trata de su mayor éxito o de su obra más celebrada, pero "Antes de Adán" revela una historia fantástica con mucha originalidad, en especial teniendo en cuenta que se publicó en 1907. 

Sus novelas más laureadas, "Comillo blanco" y "La llamada de lo salvaje", dan al animal un gran protagonismo. Quizá Jack London sea de esos pocos escritores "para adultos" que mayor importancia le otorgó a las bestias, especialmente a los perros/lobos. "Antes de Adán" no podía dejar de seguir esa estela: un chico tiene revelaciones en sus sueños, los cuales le muestran su otro yo en otra vida, concretamente en tiempos anteriores a los homo sapiens. Mientas descansa por la noche, su cuerpo se transforma en un australopiteco. En la cadena de la evolución humana, estos primates se encuentran a años luz de nuestra especie, si bien ya compartían características. El chico-protagonista, cuyo nombre nunca es mencionado, sueña cada noche que se transfigura en ese primate. Jack London, que siempre desconoció la verdadera identidad de su padre, parece buscar en esta novela esa búsqueda personal sobre los ancestros, sobre los orígenes. 

En ningún momento la novela acaba de atrapar. El lector jamás tendrá la sensación de querer saber cómo acaba la historia. La obra se centra más en la presentación y descripción de mundos salvajes y primitivos donde los homínidos apenas utilizaban la lógica o la razón. El paisaje que se dibuja brilla con esplendor y magia: Jack London posee la habilidad de transportar al lector a mundos boscosos y frondosos, lejos de la ciudad. A falta de una historia emocionante, impera la sensación de libertad y alegría. Una alegría, sin embargo, manchada por el dolor, la brutalidad y la agresividad, cualidades que siempre caracterizan las narraciones del escritor norteamericano. Al fin y al cabo, no podemos olvidar que su vida no fue un camino de rosas. 

La novela no se alarga en demasía. La historia sin apenas suspense ralentiza, quizás, su progresión. En algún momento, de hecho, uno puede sentirse aborrecido y estancado en una historia en bucle.

Tras la novela corta procede un relato muy breve y muy diferente. Su lectura le enseñará al lector que Jack London también sabe relatar más allá de lo salvaje y las bestias.

Cristià Serrano