Angelology

Opinión:

Violeta Lila

Esta épica aventura nos presenta el enfrentamiento entre una sociedad secreta y las criaturas más oscuras del Cielo... una antigua guerra que vuelve a estallar en nuestra época.

Estamos ante el comienzo de una saga.

"Angelology", de Danielle Trussoni, es una proeza literaria que sumerge al lector en un mundo laberíntico donde la teología, la historia y el mito convergen con el rico tapiz de la Nueva York de finales del siglo XX. Con el evocador telón de fondo de 1999, la novela entrelaza magistralmente el aura enigmática del convento de Santa Rosa con una narrativa apasionante que alterna hábilmente las perspectivas, ofreciendo una vista panorámica del drama que se desarrolla.

Desde el principio, la meticulosa atención de Trussoni a los detalles es evidente. El convento de Santa Rosa, donde reside la protagonista Evangeline, no es un mero escenario, sino un personaje por derecho propio. Su destreza descriptiva garantiza que los lectores casi puedan sentir las frías paredes de piedra, el olor mohoso de los libros antiguos y los débiles ecos de las oraciones susurradas en los pasillos laberínticos. Esta construcción de un mundo inmersivo no se trata solo de preparar el escenario; se trata de situar al lector en una realidad que es a la vez tangible y de otro mundo, un aspecto crucial cuando se trata de una narrativa que baila tan elegantemente entre lo mundano y lo divino.

La narración en tercera persona, que alterna los puntos de vista de varios personajes, es un triunfo estructural. Este enfoque permite a la escritora explorar el complejo juego de motivaciones, miedos y deseos que impulsan a sus personajes, al tiempo que proporciona al lector una comprensión multifacética de la trama. Es una técnica que engancha desde el principio, ya que le da a la historia un dinamismo y una profundidad que podrían haberse perdido en un estilo narrativo más convencional.

La trama en sí es una mecha que se enciende lentamente y se acelera gradualmente, atrayendo al lector hacia una red de intriga teológica y misterio histórico. No hay saltos repentinos en la historia, lo que se agradece especialmente dado el denso material temático con el que trabaja la autora. Los antecedentes teológicos e históricos se entrelazan a la perfección con la narrativa, proporcionando un rico marco contextual que realza el atractivo intelectual de la novela sin abrumar al lector.

Los personajes son, en su mayoría, arquetipos que encajan perfectamente en el marco de la historia. Si bien esta previsibilidad podría verse como una debilidad, en realidad sirve para resaltar los elementos más extraordinarios de la novela. Los personajes son vehículos a través de los cuales Trussoni explora temas más amplios del bien y el mal, la fe y la duda, el destino y el libre albedrío. Sin embargo, hay un personaje que se destaca del resto: Gabriella Lévi-Franche. Sin entrar en detalles, es seguro decir que Gabriella es el eje de la narrativa, un personaje cuya presencia eleva la novela y agrega capas de intriga y resonancia emocional. Su papel es tan fundamental que es casi imposible no sentirse cada vez más involucrado en la historia a medida que su importancia se vuelve más clara.

Pero lo que verdaderamente distingue a la novela es su exploración de la angelología. La autora ha creado un mundo en el que lo divino y lo diabólico están inextricablemente vinculados a la historia humana, donde la línea entre mito y realidad se difumina de las formas más convincentes. Basándose en las tradiciones bíblicas, el mito de Orfeo y las visiones de John Milton en El paraíso perdido, Trussoni ha creado una narrativa que es a la vez intelectualmente estimulante y visceralmente emocionante. Los ángeles caídos y sus descendientes, los Nefilim, están retratados con una complejidad que es a la vez fascinante e inquietante. Su presencia entre nosotros no es sólo un concepto teológico, sino una realidad tangible y amenazante dentro del universo de la novela.

El mundo de los angelólogos (aquellos que estudian y combaten a los Nefilim) está ricamente detallado y presentado con originalidad, llevando al lector en un viaje a través del tiempo, profundizando en las raíces históricas de la misión de los angelólogos. Este salto al pasado no es solo un recurso narrativo, sino un elemento crucial de la historia, que proporciona al lector el conocimiento necesario para comprender el conflicto actual que impulsa la trama.

El ritmo es otro de sus puntos fuertes. A pesar de su considerable extensión mantiene una constante sensación de intriga, ya sea a través de los enigmas intelectuales que plantean los documentos antiguos y las pistas crípticas o los peligros físicos de las batallas angelicales y las persecuciones de alto riesgo. La historia recorre una amplia gama de escenarios, desde las polvorientas bibliotecas de los conventos parisinos hasta los picos nevados de las montañas búlgaras, cada lugar representado con vívidos detalles y una sensación de atmósfera que realza el espíritu aventurero de la novela.

La dicotomía entre el bien y el mal está claramente definida donde los Nefilim representan una fuerza seductora, pero, en última instancia, corruptora. Trussoni no rehúye a explorar el atractivo del mal, pero también se asegura de que los riesgos morales estén siempre claros. Sin embargo, esta claridad moral no resta complejidad a la narrativa. En cambio, se suma al sentido de urgencia de la novela, a medida que el lector se vuelve cada vez más consciente de que el resultado de esta batalla cósmica tendrá profundas implicaciones para el mundo.

Uno de los aspectos más intrigantes es su conexión con personajes y lugares del mundo real. La inclusión de la familia Rockefeller, por ejemplo, añade una capa de realismo a los elementos fantásticos de la historia. Aquí se entrelaza hábilmente hechos y ficción, creando una narrativa que parece sólida, aunque explore los conceptos teológicos más esotéricos.

La historia concluye con suficiente resolución para satisfacer al lector, pero deja bastantes preguntas sin respuesta como para garantizar que la próxima entrega sea esperada con entusiasmo. Estamos ante un mundo rico en detalles, repleto de desafíos intelectuales y emocionales, y poblado por personajes que, aunque a veces predecibles, son profundamente atractivos.

En definitiva, es un thriller histórico, un misterio teológico y una exploración filosófica de la naturaleza del bien y del mal. Es un libro que invita al lector a reflexionar sobre los misterios del universo y, al mismo tiempo, ofrece el puro placer de una aventura bien contada. Danielle Trussoni ha puesto el listón muy alto para el resto de la serie y, si el primer libro sirve de indicio, los lectores se encontrarán con un viaje apasionante.

Violeta Lila

Núria Pradas

Evangeline es una joven religiosa que vive en un convento cercano a Nueva York. Ignora que su pasado, el de su familia, así como su fututo está estrechamente relacionado con los ángeles y su estudio, la angelología. Lo ignora hasta que se cruza en su vida un estudioso y joven erudito, V. A. Berlaine, que ha aceptado un encargo de un misterioso personaje, Percival Gregory.

Debo decir que la novela, al principio, promete. Dentro de la narrativa de fantasía, cambiamos vampiros por ángeles (todo cambio es bienvenido) y la autora nos introduce en una trama donde no falta el misterio.

Parece, pues, que esas quinientas páginas largas que nos quedan por delante van a transcurrir a buen ritmo de thriller fantástico. Pero no. Le sobran las trescientas páginas centrales y, para más inri, el final nos acaba de decepcionar del todo. El ritmo de la novela se desvanece, sus prometedores personajes desaparecen y en cambio nos encontramos en medio de un tratado de angelología, a veces interrumpido por datos históricos más o menos interesantes, pero literalmente soporífero.

Cuando al cabo de cuatrocientas páginas parece que nos colocamos donde estábamos al principio, la autora nos obsequia con un romance increíble y un final apresurado, antesala de la continuación de esa saga de El libro de las generaciones.

Lo digo en serio, cuando veo un angelito en un cuadro me echo a temblar. Y es que la lectura de "Angelology" ha sido dura, para mí muy dura de tragar.

Núria Pradas