Alvin el aprendiz. Saga Alvin Maker 3

Opinión:

Cuando se es el séptimo hijo de un séptimo hijo hay que tener claro una cosa: nada de lo que haga o diga puede ser tomado a la ligera. Todo tiene su porqué. Todo se desarrolla según algún guión celestial que va encaminando sus pasos.

La vida interior de Alvin se torna cada vez más profunda, su conocimiento de la "música verde", como la llama él, es decir, su relación con el entorno natural y su poder de Hacedor se van fortaleciendo. Ya no es un niño y tiene que aprender un oficio. Será herrero y Hacedor, cuando el destino le una a quien ha de enseñarle en esta nueva etapa.

Aquí confluyen dos materias distintas, pero no divergentes: aprendizaje para ser hombre, ergo, herrero y aprendizaje para entender su don, es decir, Hacedor.

En este tercer tomo de la saga se diversifican las intenciones y los personajes, hay madurez y nuevos sueños, se reescriben vidas y se descalzan prejuicios. La vida sigue. Como siempre.

Lo mejor que tiene Orson Scott Card es su destreza para maquetar mundos nuevos, crearlos y exponerlos delante de nuestros ávidos ojos, sus libros se leen con rapidez y muchas ganas. Ninguno defrauda, ninguno se queda con cabos sueltos. Scott Card tiene buena mano para darnos un sueño ajeno que recorrer con los ojos abiertos. A veces, incluso, no dan ganas que acabe el libro, si no tienes el siguiente a mano, porque es una especie de fraternidad que se tiene con el personaje, con las vidas que se desarrollan alrededor, con el paisaje incluso, que parece mullido y verde o seco y amarillo según el sentimiento que recorra a Alvin en ese momento. Porque todo gira en torno a su vida; aunque a veces se derive por otros derroteros, todo confluye en su momento y en sus días.

Y sin embargo, esta ucronía, que tiene este encanto de lo imposible, suena con tan delicada voz, entre hechizos de magia blanca y anti esclavismo, que surgen muchas alegorías alrededor… ¿qué hubiera sido del mundo si realmente Estados Unidos nunca hubiera dejado de ser una colonia del Reino Unido? ¡Qué baraja más amplia de posibilidades! Sigamos a la espera del siguiente tomo de la saga. Seguro nos sorprende, una vez más, pero gratamente, porque las letras del autor son magia pura, de la buena, ¡claro está!

Carol Inabé Barba