Alameda 54

Opinión:

"Alameda 54" presenta un caso entretenido en el que se comienza con una muerte aparentemente corriente aunque con algunas cosas extrañas que va derivando en una trama cada vez más compleja que implica a mafias y empresarios corruptos, llegando incluso a abarcar un crimen en el pasado personal de la inspectora Sureda.

Tiene partes en primera persona desde el punto de vista de la inspectora, pero son tan pocas que no llegamos a profundizar en el personaje ni a empatizar con los escasos detalles que se dan sobre su vida actual o cómo se enfrenta a la situación cuando ese caso puede hundirla; quedé con la sensación de que no la conocía en absoluto y no me impliqué con ella. No obstante, es la que resulta más cercana, porque algunos de los diálogos del resto de los personajes rechinaban un poco, no podía parar de pensar que nadie habla de esa forma tan literaria y estructurada.

El resto de la novela va hablando en tercera persona de cómo avanza el caso y de las historias de alguno de los personajes implicados en la trama, principalmente para ver qué los ha llevado a la situación actual, aunque no siempre lo que contaba Irene Estrada en ese sentido me resultó relevante o que aportara algo, más bien, a veces, parecía relleno para añadir páginas a una historia que no daba mucho más de sí.

El mayor problema, no obstante, es la estructura. Se comienza contando poco a poco cómo avanza el caso, los pequeños avances gracias a las pistas que aparecen, pero luego, cuando ya están a punto de resolver el puzzle, se hace un gran flashback en el que se cuenta todo lo que pasó. Después, se vuelve al presente para narrar en detalle cómo pillan a los malos poderosos. Esta parte se hizo más pesada, porque ya sabía todo lo que había que saber y, lo que no, resultaba bastante predecible. El final, que resulta bastante conveniente, deja abierto un nuevo caso, esta vez fuera de España.

En definitiva, es un libro entretenido, pero me da la sensación de que con la mitad de páginas o menos hubiera sido más que suficiente para contar lo mismo.

Déborah F. Muñoz