Al otro lado
Título: Al otro lado
Título Original: (Al otro lado, 1997)
Autor: Yanitzia Canetti
Editorial:
Seix Barral
Copyright:
© 1997, Yanitzia
Canetti
© 1997, Editorial Seix Barral, S. A.
ISBN: 9788432247859
Etiquetas: humor erótica mayores de 18 años erotismo literatura cubana cubanos surrealismo sexo
Nº de páginas: 254
Argumento:
La protagonista de la historia vive en una isla del Caribe y todos
los días acude a la iglesia para confesarse con un joven y bello
sacerdote y cumplir de ese modo la siguiente aspiración:
"Quiero oírme decir lo que soy o creo que soy para saber quien
vive al otro lado de mí, quien me habita sin permiso y sin darse a
conocer. No vivo sola dentro de mi cascarón, hay alguien más
conmigo y no sé quien es. Tal vez si me pusiera fuera de mí misma a
través de la palabra, me libraría de ese otro ser o no-ser
desconocido."
Con este afán, la joven confesará diariamente al sacerdote los
principales acontecimientos de su extraordinaria y surrealista
biografía en forma de breves narraciones, las cuales utilizará
además como excusa para intimar cada vez más con su confesor por el
que se siente cada vez más atraída.
Sin embargo gradualmente los límites que separaban realidad y
ficción se irán haciendo cada vez más estrechos. La fantasía de la
chica es tan poderosa que terminará devorando no sólo las anécdotas
relacionadas con su vida, sus propias narraciones, sino todo
aquello que antes percibía o experimentaba como real. Así iglesia,
estatuas de santos, beatas y devotas, Cristo crucificado, el mismo
sacerdote y ella misma empezarán a integrarse en una pesadilla
híper-real en la que todo se trasmuta y se confunde. A través de
ese universo onírico, la protagonista intentará encontrarse con la
mujer que vive al otro lado para finalmente amarla y reconciliarse
con ella.
Opinión:
Estoy seguro de que Lewis Carroll, Franz Kafka y Luis
Buñuel habrían disfrutado muchísimo - tal y como lo he hecho yo -
con "Al otro lado", novela de
la cubana Yanitzia Canetti. El primero
habría reconocido de inmediato en Juana a una Alicia adulta que se
busca a sí misma a través del espejo. Ambas avanzan por un mundo
absurdo que parece sustentado en sus propias fantasías; un universo
cambiante, hiperrealista, sin normas y en el cual les resulta muy
complicado hacerse entender pero también madurar y crecer. Justo
cuando todo este frágil escenario se desmorona es cuando Juana
encontrará a la mujer que hay al otro lado de sí misma.
Kafka en
cambio habría pensando en ella como la hija bastarda de K., ese
pobre sujeto procesado por un crimen que desconoce y que no ha
cometido. Juana también es llevada a juicio y no sabe por qué, de
qué se le acusa, cuál ha sido su crimen o su pecado y es obligada a
firmar una declaración sin pies ni cabeza. De igual modo, vivirá
una surreal experiencia durante su estancia en prisión. Ambos
personajes (Juana y K.) comparten idéntica obsesión por la culpa y
la culpabilidad que sienten será el motor que impulse (o paralice)
todos sus actos pero que a la vez dotará de sentido a toda su
peripecia. En lo que se diferencian es en que la novela de Yanitzia
Canetti es optimista y positiva con respecto a su personaje y la de
Kafka más bien todo lo contrario.
Tengo la completa seguridad también de que Buñuel hubiera llevado
enseguida esta novela al cine por su descarnado surrealismo,
presente no sólo en las diferentes historias que Juana va contando
/ confesando al sacerdote sino también esa iglesia que funciona
como un organismo vivo, esa colección de santos y vírgenes en
perpetua complicidad con la protagonista, el tenebroso barroquismo
del interior del templo, las siniestras beatas que acuden
diariamente a rezar o a escuchar misa… es decir en escenarios,
paisajes, personajes secundarios y en la propia atmósfera - a veces
malsana, otras inquietante, en ocasiones irrespirable - que
trasmite la narración. Escenas como las que protagoniza Juana a los
pies del Cristo Crucificado, provocadoramente blasfema e
iconoclasta, o en la ésta contempla las ruinas del templo
acompañada de una anciana y una niña parecen extraídas de
cualquiera de la película del genio de Calanda (Simón del
Desierto, Viridiana…). A lo largo de la novela, se
nos presenta además un escenario aparentemente real que
gradualmente va adquiriendo matices oníricos más propios de una
pesadilla alegórica, de una fantasía que se retroalimenta a sí
misma a través de las confesiones autobiográficas (que presiento
presumiblemente falsas) de la protagonista al que Buñuel habría
sabido sacarle mucho partido ya que todos estos elementos se
integrarían a la perfección con el mundo personal del genial
cineasta.
Hay también mucho sentido del humor, ternura, locura, pasión,
sexo, absurdo y nonsense aunque básicamente en aquellas
historias en las que Juana cuenta sus romances o sus experiencias
sentimentales a cual más surrealista.
Un último aspecto que sí que me gustaría destacar para concluir mi
reseña habla sobre la dificultad de ser barroco sin fracasar en el
intento. Considero que es muy difícil serlo con eficacia y
brillantez. No todo el mundo es capaz de adjetivar bien (es decir,
acompañar cada sustantivo con el adjetivo más adecuado y no con el
más rimbombante), sin abusar de las construcciones demasiado
enrevesadas o retóricas, sin acumular descripciones que finalmente
cansan al lector, sin que todo quede demasiado denso, sin agilidad,
trasmitiendo la sensación de una narración que avanza a trompicones
(si es que avanza…), sin resultar pedante, pretencioso, sin que el
producto final de la impresión de estar condimentado con demasiado
aderezo.
Yanitzia Canetti sabe
hacer todas esas cosas muy bien, de modo excelente. Su barroquismo
resulta siempre estimulante, motivado y sobre todo muy hermoso, un
regalo para los sentidos. Esto se evidencia en un texto construido
con sumo esmero y delicadeza, en el que parece que se ha cuidado
escrupulosamente cada palabra, cada párrafo revelando así la férrea
solidez de una arquitectura narrativa que no es mera apariencia. Su
interior no está hueco o vacío sino que revela una profundo canto a
la vida, una llamada a gozar nuestra existencia sin autocensuras,
sin imponernos a nosotros mismos molestos o incómodos tabúes,
disfrutándola sin limitaciones.
Quizá el sentido final que Yanitzia haya querido a su novela no
sea tan universal sino que más bien esa llamada va dirigida a la
mujer como una forma de animarla a despertar de su letargo y a
romper con aquellas limitaciones que a veces se autoimponen y que
les impiden ser ellas mismas, iniciando así el camino hacia su
propia auto independencia. Sin embargo, estoy convencido de que
estas llamadas de atención resultarán también de enorme utilidad
para cualquier persona. Sólo afrontando nuestra propia realidad, lo
que somos y quienes somos, conseguiremos reconciliarnos primero con
nosotros mismos y después con los demás, primer paso para apurar la
vida al máximo.
Joseph B Macgregor
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Comentario de los lectores:
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