AIDP 34. Demonio conocido 2: Pandemónium

Opinión:

Siempre que cojo una novela gráfica de la serie AIDP tengo la impresión de que va muy rápido, y es que pasan tantas cosas... Como desde que leo un volumen hasta que leo el siguiente he esperado tanto siempre creo que no recordaré nada, y mirad por donde que sí lo voy recordando todo conforme pasan las páginas. Así que si va todo muy rápido porque pasan muchas cosas pero puedo recordarlo todo (y en tiempos de estrés lo fácil es olvidar) creo que éste es un mérito de los guionistas. No creo que sea nada fácil, de verdad, conseguir que varias acciones, tramas y subtramas y tantos personajes no te mareen. Y lo mío es de traca porque empecé leyendo la serie en el volumen 31. Ni idea de todo lo que ocurrió antes, en cambio me he ido adaptando súper rápido a los giros, la velocidad y la diversidad que contiene este "Pandemónium".

Y ya que estamos con el título, leído en plena pandemia, tiene gracia la cosa. En "AIDP" la pandemia es más feroz, más grotesca. Nada de virus… Demonios. La villana sigue siendo la niña poseída por un demonio (Varvara), y los ciudadanos siguen soñando con ella y la dirección que deben tomar, acercándose así poco a poco a la muerte, a un Nueva York que pretende ser el propio infierno, donde los recién llegados son reconvertidos en el ejército de ese infierno.

Hellboy y Abe Sapien finalmente salen juntos a pelear con Liz y toda la tropa. En volúmenes anteriores sus caminos estaban separados y Hellboy vuelve, de hecho, de la muerte. Pero qué remedio, con una ciudad convertida en una fiesta horripilante de zombis y seres demoniacos, o se ponen las pilas o pierden la batalla. Y aquí, amigos, se pierde a alguien más del equipo.

En "Pandemónium" la presencia de la exorcista es vital, aparecen nuevos seres monstruosos, descubren al demonio que se esconde en el cuerpo de la niña y hay acción y terror a raudales.

De nuevo me he imbuido del comic quedando totalmente absorta, apreciando y valorando mucho los dibujos, que en este caso se reparten con absoluto acierto entre varios autores dependiendo de los capítulos (debo advertir que para mí Laurence Campbell no lo hace igual de bien que Mignola o que Sebastián Fiumara, y que el personaje de Varvara es el que me sirve de ejemplo), y el color, impecable, siempre a cargo de Dave Stewart.

Como en todos los volúmenes tiene extras: finaliza con el sketchbook repleto de bocetos. La perfección de Sebastián Fiumara en los rostros me tiene enamorada.

Anika Lillo