Academia de Prodigios

Opinión:

Son inevitables, cuando un libro infantil habla de una escuela de magia, las comparaciones con la saga "Harry Potter". En este caso, además de inevitables, las comparaciones son necesarias, porque "Academia de prodigios" tiene los mismos elementos, estructuras y patrones: una escuela de magia apartada a la que se llega con transportes especiales, elementos mágicos extravagantes (alimentos mágicos que se mueven...), una protagonista que es el centro de las miradas (aunque esta tiene una familia que la apoya), uno de los amigos que se mueve como Pedro por su casa en la escuela porque tiene varios hermanos en ella, otra de las amigas que tiene más conexión con la gente no mágica (que también tiene su propia palabra, fewers), algunos profesores injustos, los populares acosadores...

El sistema de magia es diferente, por supuesto (cada mago tiene una especialidad que se define en su primer año), pero la gran diferencia clave en este caso es que tiene en primer plano el tema de la inclusividad. En este caso, en la escuela hay prodigios de todos los países del mundo, con sus diferencias culturales, pero se había excluido a los conjuradores por ser su magia algo diferente. La llegada de Ella a la escuela demuestra que esa escuela aparentemente tan inclusiva estaba llena de prejuicios, y varias pistas nos dan a entender que no es la primera vez que hay reticencias a aceptar a los nuevos integrantes procedentes de un grupo que previamente no era aceptado.

La narración está en su mayor parte en tercera persona, con un punto de vista central, el de Elle, y otro punto de vista que se cuela de vez en cuando: el de la criminal más buscada, Gia, el As de la Anarquía. Entre capítulos, se van intercalando distintas noticias de periódico, carteles y astrogramas (mensajes que se mandan a través de magia) que manda o recibe la protagonista, lo que le da un toque cercano.

La trama tiene también buen ritmo y, aunque no hay demasiadas sorpresas (y algún giro te lo desvelan en la sinopsis), resulta ágil e interesante. Al final queda cerrado, aunque con muchos flecos abiertos en vista a una segunda parte, que seguramente corresponderá al segundo curso en la Academia.

La edición, además, es preciosa, con ilustraciones al inicio de capítulo y de cada parte, así como un mapa y dibujos de uno de los personajes. Está muy cuidada y es de esos libros que gusta conservar en las estanterías.

Déborah F. Muñoz