Abigaíl

Opinión:

"Abigaíl" es una de las obras más queridas y conocidas de Magda Szabó, una autora húngara con numerosos premios literarios, que incluso sigue editándose regularmente, pero ha sido ahora cuando la editorial Xordica publica la obra por primera vez en castellano. Es un relato emotivo con una niña de 14 años como protagonista, un internado protestante para el cual tiró de recuerdos de infancia cuando ella misma estudiaba en un instituto protestante para reflejar el ambiente de estas escuelas, la Segunda Guerra Mundial como telón de fondo, y un personaje curioso, Abigaíl, que merecía mucho más protagonismo del que tiene.

La acción se desarrolla a mediados de la década de 1940 cuando Hungría es despojada de las dos terceras partes de su territorio. Sin embargo, los hechos históricos estarán en un segundo plano, apenas se describen los horrores de la guerra por todos sabido, pues la trama está centrada en unas chiquillas que poco o nada saben de lo que está pasando fuera de los muros de "El Matula", la institución escolar más antigua del Este de Europa, situada en Arkod, una ciudad imaginaria en la frontera con Hungría.

Gina (Georgina Vitay) es hija única de un General viudo, perdió a su madre a los 2 años, y sin ella saberlo, la guerra haría que su padre la arrancara de la burbuja en la que se mantenía hasta entonces, para internarla en una escuela provincial religiosa, protestante, autoritaria y disciplinante más que exigente, predicadora de la misericordia y la indulgencia. En definitiva, un mundo repleto de reglas, preceptos y prohibiciones. Con este panorama y con solo 14 años tendría que despedirse de sus comodidades, de sus sueños, de sus candores enamoradizos, de su escuela de niñas en la capital, produciendo en ella un efecto devastador, principalmente por no entender e imaginarse la razón equivocada, la cual no comprendería, tristemente, hasta más tarde. 

Sin remedio, pasaría a formar parte de las "matulanas", y adentrarse en unos muros negros, robustos, adustos, fríos, una "fortaleza" de la que sería imposible escapar. Su forma de entender la vida cambiaría radicalmente, se sentiría desorientada y despojada de todo lo que había pertenecido a su vida anterior, incluso a sí misma. Se encontraría sola y pronto se daría cuenta que no podía luchar contra tantos adultos, aunque lo intentó. El Matula se convertiría en su nuevo hogar. Pero, no todo fue triste y penoso; poco a poco se irá integrando entre las internas quienes inventaban sus propias reglas, sus propios juegos y fechorías que las permitían que la vida les fuera más llevadora entre esos severos muros; viviría en una unidad estrecha con sus compañeras, pues no dejarían de ser niñas y la naturaleza acabaría imponiéndose dentro de esa fortaleza que las protegía, aunque no lo entendieran todavía.

Un nuevo cambio azotará a Gina cuando su padre esté obligado a contarle la verdad e incluso poniendo en su mano su propia vida. Hasta la fecha apenas sería consciente de la guerra; en las escasas salidas del Matulana podrían intuir algo, pero nunca se pararía a pensar en por qué se había iniciado esa guerra y qué final prometía hasta que entraría en el juego sucio y la obligarían a ser parte activa en ella. De vez en cuando en el relato tendremos pistas de Gina de mayor, porque, como decía uno de los rezos dentro del colegio "todas ellas guardarían el recuerdo de la niñez hasta la muerte", y el conglomerado de El Matula y Arkod surgirían entre sus recuerdos; Gina encontraría su propio hogar, se casaría y tendría hijos, y entendería que esa fortaleza y sus gentes fueron su salvación; un viaje que la llevará a forjar sus valores, aunque sea a la fuerza. 

Para concluir, y algo que no he comentado, ¿quién es Abigail? Un curioso personaje, la estatua de una sonriente joven con una hermosa mirada, portadora de un jarrón griego, a quien acudían todas las jóvenes cuando tenían un problema. Será el rayo de luz, el milagro, y el gran misterio que el lector deberá resolver.

Belén Flores