Abierto toda la noche

Opinión:

No es fácil, para los lectores que hemos conocido a David Trueba con los éxitos de sus últimos años ("Blitz" o "Tierra de campos"), hacer un viraje hacia sus primeras obras. Pero eso es lo que nos propone ahora la editorial Anagrama con la reedición de "Abierto toda la noche", la que fuera la primera novela del escritor, publicada en 1995. Una novela divertida y fácil de leer que, sin embargo, no ha logrado el buen envejecimiento del que sí pueden presumir otras obras de la época. Con un lenguaje sencillo y una visión simplista del mundo, la novela posiblemente decepcionará a los fans acérrimos de Trueba.

"Abierto toda la noche" es una novela familiar. Tan familiar que se inicia con un epígrafe de Ambrose Bierce que es toda una declaración de intenciones para la obra: "el hogar es el único local abierto toda la noche". Una frase sencilla, aparentemente intrascendente, que David Trueba se toma al pie de la letra. Y es que la novela empieza con la mudanza de la familia Belitre a un nuevo hogar, por donde pasarán numerosos personajes que configuran un universo singular. Félix y Paula son un matrimonio sobre el que recae la responsabilidad de cohesionar a toda una familia muy dispersa.

Matías, uno de sus hijos, vuelve a casa tras pasar todo el curso ingresado por el síndrome Latimer, que le hace creer que es el padre de la familia. Félix, el mayor, también regresa tras pasar una temporada trabajando en Francia, donde se enamora de Nicole, una francesa que no congeniará con la familia. El retorno de ambos al hogar supone un agente más para el panorama familiar caótico que terminan de componer el seductor Nacho, el pequeño Lucas y Basilio, acomplejado por sus granos y su fealdad monstruosa. En mi opinión, Trueba construye a cada personaje alrededor de una característica tan esencial como histriónica que, si bien le añade comicidad a la obra, también le resta valor y trascendencia.

Pero el humor no procede solo de esa caracterización simplista de los personajes, sino también de los enredos a los que conducen sus movimientos -la obra oscila entre el brillo cinematográfico de Chaplin y el absurdo de Jardiel Poncela-. Y, si bien el humor es el mayor fuerte de "Abierto toda la noche", también es el elemento que más juega en su contra. Porque el autor, aún joven e inexperto cuando escribió la novela, pretende que la familia sea su tema central, pero las acciones de los personajes relegan esa reflexión de la identidad colectiva a un terreno banal, y ponen por delante la búsqueda irrefrenable del sexo. Un sexo no idealizado, ni siquiera concebido como liberación, como revolución o como factor político; el sexo que buscan los personajes de Trueba es grotesco, mórbido -más que morboso- y con ápices de asco.

En definitiva: "Abierto toda la noche" es una lectura fácil y rápida, pero intrascendente. Una puerta útil para entrar al mundo de David Trueba, pero demasiado pequeña si uno ya lo había conocido con otras obras.

Darío Luque