A las ocho en el Novelty

Opinión:

El autor nos presenta un thriller cargado de suspense y una oleada de crímenes que colma cualquier espectativa.

Los personajes centrales de la trama son Leonor Cortés y Anatoli Boychenko.

Leonor es una salmantina afincada en Francia, divorciada y dedicada al negocio de las antigüedades. Es este hecho, su supuesto conocimiento de la historia y las antigüedades lo que la pone en contacto con el obsesivo Anatoli Boychenko.

Boychenko es un personaje malvado. A lo largo de la lectura veremos que el típico exagente secreto del KGB que en su momento acumuló demasiado poder y que consigue lo que quiere gracias a sus matones y a su arte para intimidar a los demás, llegando, sin ningún escrúpulo, a ordenar los crímenes más horrendos. Porque eso sí, sus manos están limpias. Directamente nadie podrá acusarle de haber matado a nadie, pero sí de ordenar la muerte de muchos.

Durante sus años en el KGB participó en una investigación orientada a averiguar si Carlos IV era el padre biológico de Fernando VII, pero lo que averiguó le llevó a la obsesión enfermiza de localizar el patrimonio escondido de Manuel Godoy.

Boychenko es un ser despiadado y a quien no se le puede contrariar. Eso es algo que Leonor descubrirá demasiado tarde.

Carlos Díaz Domínguez nos lleva a través de una carrera vertiginosa a conocer datos prácticamente desconocidos de Godoy, Fernando VII y Carlos IV.

Además de la trama principal, el autor nos mete de lleno en un mundo de debilidades y frustraciones, a las cuales Leonor tendrá que hacer frente para salir con buen pie de la situación en la que el destino la ha metido.

Por el camino se encontrará con un agente del servicio secreto español que anda tras la pista de Anatoli. Pero claro, ¿quién es quién en esta historia?

Los personajes están muy bien trazados. Tanto de los principales como de los secundarios conocemos sus orígenes y el motivo que les ha llevado al momento en que los conocemos. Todo está perfectamente hilado, Carlos no ha dejado lugar a ninguna duda.

En cuanto a la narración, esta es sencilla y cuidada. Con las descripciones justas para no resultar cargantes, el autor se apoya en la labor de investigación, haciéndonos partícipes de la misma.

Otro punto a favor de la historia, la ambientación. San Juan de Luz, San Sebastián, Marbella, Salamanca, Peñaranda de Bracamonte... ¿se puede pedir más?

Mila L. Castelo