A las dos serán las tres

Opinión:

Cualquier novedad de Sergi Pàmies se convierte pronto en todo un acontecimiento literario para sus lectores más fieles. Desde obras como "El último libro de Sergi Pàmies" (2000), "Si te comes un limón sin hacer muecas" (2007) y "La bicicleta estática" (2011), el autor ha ido consolidando su maestría en el género de la narrativa breve gracias a un estilo distintivo que combina la introspección con la ironía. Este mismo estilo vuelve a cobrar protagonismo en "A las dos serán las tres", el último libro del autor, traducido del catalán por él mismo, como el resto de su obra narrativa. El libro reúne diez relatos que, aunque son variados en contenido y temas, están unidos por una meditación profunda sobre el tiempo y sobre sus efectos en la vida personal y colectiva; una reflexión que aparece anticipada desde el título de la obra, con la mirada puesta en el futuro o, al menos, en su visión más casual y cotidiana.

El primero de los relatos incluidos en este volumen, "La segunda persona", se abre con una reflexión sobre la virginidad perdida, que facilita al autor la redacción de un texto encargado sobre los motivos por los que escribe. El texto, de evidente ironía, incluye interesantísimas y sagaces consideraciones metaliterarias, como: "Para mí escribir nunca fue la consecuencia de ninguna predestinación sino de una carambola de tiempo libre y equilibrio entre esfuerzo, facilidad, azar y satisfacción". En el segundo relato del libro, titulado "Días históricos", se rememora la muerte de Franco y el impacto de este evento histórico en la vida adolescente del narrador; un hecho que progresivamente adquiere carácter universal al considerarse la influencia de los grandes acontecimientos históricos en el ámbito personal e íntimo de cada sujeto. Ya en estos primeros nos encontramos con el tema de la memoria, que ha sido crucial en gran parte de la narrativa de Pàmies y que sigue constituyendo uno de los ejes de su pensamiento literario.

El tercer relato de este libro, uno de mis preferidos del volumen, ofrece la crónica de un viaje a Quebec que hicieron Pàmies y el novelista Manuel Vázquez Montalbán, a propósito de un homenaje periodístico. Poco se puede comentar sobre el retrato que Pàmies reconstruye del autor de Carvalho, es digno de ser leído por todos los admiradores de ambos escritores. En cambio, en el cuarto relato nos encontramos con un texto de tono cotidiano, acerca del insomnio y la lucha interna que vive el protagonista contra el paso del tiempo. El quinto cuento, de nuevo enfocado en asuntos metaliterarios, está protagonizado por un dramaturgo que reflexiona sobre su vida mientras asiste a un evento en un lugar lleno de recuerdos familiares.

En el sexto relato, titulado simbólicamente "Te quiero", el autor narra la evolución de los sentimientos en una relación de pareja, con especial interés en el desengaño amoroso. Más interesante es el séptimo texto del volumen, "Por qué no toco la guitarra", donde Pàmies trata de reconstruir su propia autobiografía a partir de guitarras y guitarristas emblemáticos (Atahualpa Yupanqui, B.B. King, Django Reinhardt, Pi de la Serra, Paco de Lucía…), en un gesto satírico con respecto a la información que de él se encuentra en Wikipedia. El octavo cuento, "Tres periodistas", examina la vida de su madre, la escritora Teresa Pàmies, y explora a partir de su biografía las conexiones entre realidad y ficción. De hecho, el noveno relato amplía esta última reflexión, ahora focalizada en la juventud del autor. Finalmente, el libro se cierra con "La narrativa breve", una magnífica coda que enfatiza la necesidad de escribir para comprender las incógnitas de la vida.

Así pues, los diez relatos reunidos en "A las dos serán las tres" ofrecen nuevos matices a algunos de los temas sugeridos en obras posteriores. De nuevo aquí encontramos un juego muy consciente y casi irónico entre la realidad y la ficción, reforzado con el uso de personajes históricos como Manuel Vázquez Montalbán y Teresa Pàmies, entre muchos otros. De esta forma, Pàmies conecta su experiencia personal con su imaginario literario, y con ello invita al lector a reflexionar ya no solo sobre la memoria, sino sobre cómo la capacidad de recordar moldea nuestros relatos y nuestra percepción del mundo.

Darío Luque