Todos los sueños del mundo

Opinión:

"Todos los sueños del mundo" es la continuación de la novela "La loba blanca" escrita por la autora francesa Theresa Révay, una escritora a la que vale mucho la pena leer y conocer. Aparte de estas dos novelas tiene otras dos: "Noches blancas de París" editada en el año 2009, y la más reciente que salió al mercado el año pasado, "El último verano en Mayfair".

Theresa Révay es una narradora nata. Pese a ser una segunda parte, "Todos los sueños del mundo" se lee como una novela independiente. Es cierto que continúa la historia iniciada por Max y Xenia en "La loba blanca" pero en ningún momento el lector que no la haya leído echa nada en falta ya que son los propios personajes quienes se encargan de recordar o ponerle en antecedentes.

La novela me ha parecido buenísima. Es muy completa y admite varios puntos de vista. Puede leerse como una novela histórica en el más puro sentido de la palabra. La lección de Historia Contemporánea que Theresa Révay da es sencillamente magistral. Desde el primer momento, se aprecia el trabajo de campo que ha realizado previamente. La documentación es perfecta. Conocemos bastantes cosas sobre cómo era la vida en los territorios liberados por los aliados pero poco sobre cómo era ésta en la Alemania ocupada. Algo que será subsanado gracias a los personajes de la novela. Impresiona conocer, por medio de Marietta, Max o Clarissa como era la vida en el Berlín ocupado, especialmente en el sector soviético. La dura represión que los soldados soviéticos infringieron a los berlineses. Leyéndolo el lector no puede evitar sentir lástima y una cierta empatía hacía ellos a los que se les considera, también, víctimas. La misma reacción se tiene al conocer lo que ocurría con los refugiados que regresaban a la Unión Soviética.

La parte histórica de la novela es muy densa. Abundan los datos históricos pero nunca llegan a cansar sino todo lo contrario. Estos datos son uno de los puntos más fuertes de la novela. Nunca se tiene la sensación de que son unos pegotes. El lector, desde el primer momento, se da cuenta de que son imprescindibles para comprender mejor la reacción y la forma de ser de los personajes.

"Todos los sueños del mundo" es también una gran novela de amor. La parte romántica tiene el mismo peso que la histórica. Es un amor de esos "de película" con su matiz dramático que lo hace más impactante. En la novela son varias las historias de amor que se dan. La más importante es, lógicamente, la que protagonizan Max y Xenia. Una historia que recuerda un poco a la protagonizada por Tatiana y Alexander, los personajes de las novelas de Paullina Simons.

En primer lugar ambos son coetáneos (recordemos que la historia de amor entre Tatiana y Alexander también tiene lugar en la Europa de la Segunda Guerra Mundial) y en segundo, Tatiana al igual que Xenia son rusas. Las dos han sentido en su propia carne la Revolución bolchevique.

La historia de amor entre Xenia y Max es de las que emocionan. Un amor a prueba de todo.

Paralelamente, está la historia de amor entre la hija de Xenia, Natasha, y Félix un judío que acogen en su casa siendo niño. Una historia, ésta, marcada por las circunstancias y por la personalidad de ambos.

Lo cierto es que "Todos los sueños del mundo" es una novela muy completa. Todos los personajes, tanto los principales como los secundarios, están muy bien desarrollados y trazados. Todos ellos tienen una personalidad que impacta, ninguno se muestra débil o flojo. Quiero destacar el de Xenia, no por ser el principal sino por la personalidad que tiene. Ella es una princesa rusa huida a Francia tras la Revolución bolchevique. Una mujer que afrenta las dificultades con valentía, a la que no le importa poner su propia vida en peligro con tal de reunirse de nuevo con su gran amor Max.

La vida de Xenia seduce ya que la autora ha hecho que se relacione con el mundo de la moda francesa. Como diseñadora, vemos que empieza a trabajar con el mismo Christian Dior. Esta atmósfera paralela destaca y en ningún momento tiene un tratamiento frívolo. A través de Xenia o de Félix vemos como, para muchas personas, la moda fue una forma de cicatrizar heridas y de recuperarse tras la Guerra.

Theresa Révay me ha parecido una escritora estupenda y una magnífica narradora. Tiene un estilo directo y bastante cinematográfico. La verdad, es que es una novela de la que podría surgir una buena película o serie de televisión porque da mucho juego para ello. Este estilo tan directo hace que la novela no pierda su ritmo, sabe cómo atrapar al lector e impedir que deje de leer hasta llegar al final. Pese a sus casi 500 páginas se hace corta.

Por todo ello, no puedo más que recomendarla.

Ysabel M