1965
Título: 1965
Título Original: (1965)
Autor: Boris Izaguirre
Editorial:
Espasa
Copyright:
1ª edición, 2002
ISBN: 84-670-0265-4Etiquetas:
Argumento:
1965 narra la historia de tres hombres marcados por un
destino común: los tres van a ver cómo sus vidas cambian de rumbo
de forma radical al cumplir los treinta y siete años. Daniel vive
en Buenos Aires, una ciudad castigada por la crisis y la
corrupción. Tiene dos obsesiones: permanecer virgen hasta el fin de
sus días, porque considera que su cuerpo es demasiado bello para
que nadie pueda aprovecharse de él y visitar cada cumpleaños el
aeropuerto de Buenos Aires con el sueño de huir a alguna ciudad
europea. Andrés vive en Miami, donde produce varios programas
televisivos; está anclado en una vida de
superficialidad, amores pasados y consumo de drogas. Rodrigo,
por su parte, es un arquitecto madrileño que vive a la sombra de la
grandeza de su padre -también arquitecto- y la de su mujer, una
famosa presentadora de televisión. Rodrigo solamente encuentra
refugio en su hija de nueve años, Jimena, en la que se apoya
mientras ve como su vida se sume lentamente en un doloroso
fracaso.
Los tres hombres viven igual de solos a pesar de estar rodeados de
personas, no saben cuál el rumbo que deben seguir y se sienten
abandonados a su suerte. Los tres nacieron en 1965 y será cuando se
acerque el año 2003 el momento en el que sus vidas dan ese vuelco
definitivo que los empuja a tomar decisiones drásticas.
Próximamente entrevista al autor
Opinión:
Desde que Boris
Izaguirre ha quedado finalista del Premio Planeta 2007, se han
disparado los comentarios de los críticos literarios juzgando la
obra premiada antes de leerla, atendiendo solamente a la etapa del
autor como showman en
Crónicas marcianas. Algo así como decir que alguien
que se desnuda en horario de máxima audiencia, no puede escribir
buenos libros. Uno de esos críticos es Alfonso
Ussía, que días después del fallo del Planeta, escribió un
artículo en La Razón diciendo que no dudaba de la calidad
del ganador, Juan
José Millás, pero sí de la del finalista, Boris. Es decir, un
ejercicio de frivolidad y manifiesto de unos prejuicios.
Movido por este panorama, decidí leer alguna de las obras del autor
venezolano antes de que caiga en mis manos la novela finalista
Villa Diamante. Decidí recurrir a
1965 sin ningún tipo de prejuicios, con la mente
abierta a leer una buena historia contada por un buen autor.
Y mi gozo en un pozo. Resulta que
1965 es un despropósito de principio a fin. Tres
historias que no se sostienen por ningún lado. Resulta sorprendente
que Boris
Izaguirre, que ha estado varios años presumiendo de
promiscuidad en televisión, nos haga creer que un hombre de
treinta y siete años, como Daniel, quiera ser virgen para siempre.
Y no es que este personaje sea católico hasta el extremo, es
extraña cuestión de narcisismo, él tiene un cuerpo tan bello, que
nadie lo tocará. ¿Creíble?
Por otro lado, tenemos a Andrés, el productor de programas de
televisión. Uno se para a pensar cuál es el motivo de que Boris
haya escrito esta historia y la única respuesta lógica parece que
es la necesidad de meter paja al libro. Andrés es un personaje
vacío que tiene
diálogos vacíos, por lo que el lector acaba dudando sobre cuál
es el sentido de que se empleen tantas páginas para no decir nada.
Y es tal como lo cuento, si el que lee la novela, se salta cinco
páginas a la torera, resulta que la historia sigue siendo la misma.
Es decir, la historia de Andrés es absolutamente
prescindible.
Finalmente tenemos la vida de Rodrigo, al arquitecto fracasado.
Éste apoya sus frustraciones en una hija que, a pesar de tener
nueve años, resulta que es la más inteligente de toda la retahíla
de personajes.
El autor ha querido que la pequeña Jimena sea algo así como una
superdotada. La cuestión es que, por muy privilegiada que sea
intelectualmente, una niña es una niña y hay temas que no es
posible que domine, como las relaciones humanas. Claro, la
experiencia en la vida también cuenta, no solo tener una mente
afortunada. Y a juzgar por la caracterización que hace el autor del
personaje, Jimena bien podría ser ministra de cultura, a pesar de
sus nueve años.
Podríamos detenernos en cómo Boris
pone punto y final a cada una de estas historias y nos daríamos
cuenta de lo insólito del desenlace. Lo que decía al principio,
1965 es un despropósito de principio a fin. Ni se
aguantan las historias, ni se aguantan los diálogos, que son poco
creíbles. No podemos negar la influencia que el autor tiene de los
culebrones venezolanos, algunos de los cuales tienen guión suyo;
pero claro, una cosa es la literatura y otra bien distinta es la
basura "culebronera" que se emite en
televisión.
Pero fíjense que a pesar de haber leído esta novela y saber por
propia experiencia lectora que es una obra más que mediocre,
seguiré sin prejuicios y leeré, tarde o temprano, Villa
Diamante, finalista del Premio Planeta 2007. Entonces, espero
decir que Boris
Izaguirre no es un mal escritor.
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