¡Qué suerte tengo!

Opinión:

Lawrence Schimel, autor de relatos, poemas y ensayos, se caracteriza por la variedad temática existente en sus obras. A pesar de ser neoyorkino vive desde hace años en España.

Juan Camilo Mayorga, artista colombiano, ha ilustrado numerosos cuentos infantiles. Sus obras pueden variar ligeramente a pesar de que sus trazos y dibujos son inigualables.

Juntos han creado un maravilloso cuento que de una forma tierna, sutil y sencilla trata sobre la ceguera, la inclusión, la diversidad y la necesidad de sentirse agradecido por lo que tenemos.

En primer lugar, destacar que el texto se caracteriza por frases cortas y sencillas. Aunque el formato de la letra no es muy infantil, las ilustraciones ejercen un gran apoyo que permiten una sencilla lectura visual ampliando incluso contenido que en el texto no se refleja.

El dibujo, original y natural, impregna de tonos pastel, colores anaranjados y apagados las páginas de esta historia, evocando y transmitiendo a la perfección la imaginación infantil, otorgándole ese mágico toque de los cuentos.

A través de los ojos del niño protagonista, del cual desconocemos su nombre, el lector realizará un recorrido por las distintas actividades de ocio que este niño lleva a cabo tanto en su propia casa con su hermano José como en la de su mejor amigo Carlos, descubriendo lo afortunado que se siente de tenerlos a ambos y llevar a cabo actividades tan distintas con cada uno de ellos.

En ningún momento la ceguera se menciona de forma explícita. La forma en que el protagonista tiene de hablar de su hermano, sus habilidades, las actividades que realizan y la forma de vida ordenada que impera en su hogar deja patente la discapacidad.

Del mismo modo, resaltando una de las habilidades de José, leer a oscuras, los autores incluyen unas páginas en formato Braille que acercan al niño a este proceso lector tan diferente al suyo generándole curiosidad y un posible interés.

Varias son las situaciones expuestas de una persona ciega con las que se trata de concienciar. Una de ellas, por ejemplo, es la utilidad e importancia del perro guía, el cual no solo se considera una mascota, sino un compañero fiel de quien la vida de su dueño depende en innumerables ocasiones.

Además de lo anteriormente mencionado también se trabajan valores como el amor fraternal, la amistad, la bondad o el agradecimiento.

Considero que es un libro que abre la mente del lector y lo empuja con delicadeza hacia la empatía con aquellos que no tienen la capacidad visual óptima. Al mismo tiempo, abre la puerta al día a día de las personas ciegas que para realizar las mismas actividades que los videntes requieren de una serie de habilidades y capacidades que los ayude a afrontar situaciones tan sencillas y cotidianas como pasear, leer o moverse por la casa desarrollando otras como la memoria o la excelente audición.

Sin duda alguna es un gran recurso educativo para trabajar con los más pequeños, de forma adecuada a su edad, tanto en el hogar como en las aulas, especialmente si en éstas se cuenta con algún alumno/a que cumpla con estas características.

En conclusión "¡Qué suerte tengo!" es un cuento enternecedor y didáctico que normaliza una situación que para muchos puede ser ajena, favoreciendo la inclusión y la diversidad y demostrando que éstas pueden hacer sentir afortunado a quiénes se rodean de personas que la conforman.

Personalmente lo he disfrutado mucho y ha llegado a emocionarme motivo por el cual lo recomiendo cien por cien.   

Marisa Costa