¿cuánta tierra necesita un hombre?
Título: ¿cuánta tierra necesita un hombre?
Título Original: (mnogo li cheloveku zemli nuzhno, 1885)
Autor: Leon Tolstói
Editorial:
Nórdica Libros
Copyright: Traducción de Víctor Gallego Ballestero
Ilustraciones de Elena Odriozola
1ª Edición, Febrero 2011
ISBN: 9788492683352
Etiquetas:
autores
cuentos
drama
dramática
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ilustrado
libros ilustrados
literatura rusa
relato largo
rusos
Argumento:
Tolstoi
nos cuenta la historia de un campesino que, tentado por el diablo, aunque sin saberlo, abre las puertas a la ambición. Desde el momento en que por influjo satánico se deja llevar por el deseo de tener más, comienza una carrera contrarreloj cuyo final es lastimoso. Va adquiriendo más y más tierras, pero conforme tiene más, le surgen oportunidades de aumentarla, y siempre hay otra opción de terrenos que le parece mejor, por lo que va vendiendo y comprando para cada vez hacerse más y más rico. Pero su ambición no tiene freno, y llega un momento en que le ofrecen todo el terreno que pueda abarcar andando desde la salida del sol hasta el atardecer. Y Pajom, que así se llama nuestro protagonista, anda, corre, salta, intentando abarcar el máximo de tierra posible, hasta el punto que se fatiga tanto que cuando acaba de conseguir un enorme pedazo de terreno, su corazón se para, agotado y finalmente, no necesita demasiada tierra para ser enterrado en ella.
Opinión:
Escrito un año antes de La muerte de Ivan Ilitch, pero después de Ana Karenina y Guerra y Paz, este cuento refleja las preocupaciones que torturaban la mente del gran escritor ruso, que tras producir esos prodigios literarios, entre otras obras, inició una deriva hacia pensamientos de tipo religioso y sociopolítico, que se reflejaron no sólo en novelas y cuentos, sino principalmente en ensayos muy preocupado por la vida de los campesinos, y por la moralidad y religiosidad; propugnaba un tipo de anarquismo no violento, (no en vano mantuvo una larga correspondencia con Ghandi), una especie de retorno a la naturaleza, de vida comunitaria y simple, una pobreza compartida, lejos de la vida urbanita lujosa y peligrosa, que le recordaba sus tiempos juveniles en los que aprovechó su posición aristocrática para cometer todo tipo de dispendios y libertinajes; en su madurez, y, sobre todo, en la etapa de vejez, abominó de esas costumbres y usos, y deseó fundirse con la naturaleza, a la que amaba profundamente, y con el pueblo, al que veía idealmente como feliz en su simpleza.
En cuanto a la forma en que está escrito, el cuento recuerda mucho al estilo de Gógol, esa idea parabólica y ejemplarizante, el uso del diablo –en general todos los cuentos rusos le nombran, como en España al “hombre del saco”-; la traducción es buena, y mención aparte he de saludar la calidad del diseño editorial y las ilustraciones de Elena Odriozola, muy sobrias pero estéticamente preciosas.
Ariodante
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